El 4 de marzo pasado fue aniversario del Partido Revolucionario Institucional. Aunque procuro no utilizar este espacio editorial para fijar mis posiciones partidistas, considero útil compartir, parafraseado, un fragmento del texto de mi intervención como presidente del Comité Nacional del PRI en ese evento, celebrado en Jalisco.
“La política es el esfuerzo del conglomerado social por resolver, de manera civilizada, sus contradicciones. Hoy la política y los políticos en nuestro país estamos profundamente desprestigiados.
Si bien la política en los últimos años, en algunos casos —no en todos— ha significado corrupción e ineficiencia, también es cierto que existe una perversa estrategia de presentar a la política, a los partidos y a los actores políticos como la suma de la corrupción, la ineficacia y la irresponsabilidad.
Hay que dar el debate, y comprender que las descalificaciones generalizadoras no dañan a tal o cual político, a tal o cual partido, sino acaban por degradar a la democracia.
No hay mejor escenario para el crimen organizado que la debilidad de la política. No hay ambiente más propicio para el predominio de los poderes fácticos que el desorden institucional y la ingobernabilidad.
Quizá por eso, algunos apuestan por el desprestigio y fracaso de la política, de los partidos políticos, de los políticos. Si sumamos a ello el deterioro institucional que ha generado la guerra contra el narcotráfico, se podría suponer que se trata de una estrategia irresponsable para justificar la criminalización de la protesta social y encubrir el autoritarismo.
¡¡Cuidado!!
Muchas décadas costó al país instaurar un régimen democrático donde los valores y las garantías sociales e individuales prevalezcan, a pesar de las dificultades.
Debemos afirmar categóricamente que libertades y derechos conquistados por el pueblo de México en el curso de su historia, no deben ser reversibles, por difíciles y dramáticas que sean las circunstancias.
Revalorar a la política, para enfrentar la crisis, en lugar de denigrarla.
Aquilatar la importancia de los acuerdos y del diálogo, en lugar de dinamitarlos por insolvencia e incumplimiento.
La crítica es un insumo insustituible en épocas difíciles.
Ponderar opiniones y consejos, coincidencias y cuestionamientos; en tiempos de borrasca, escuchar a quienes opinan diferente, escampa el horizonte, da luz en las decisiones.
Pensar en México, en este México nuevo y distinto que demanda y reclama soluciones, ya no construidas con la óptica del siglo XX, sino con la mirada fresca, deslumbrada, ante la eclosión del siglo XXI.
Pensar en México, creer en la creatividad de su sociedad civil, impulsar su protagonismo; confiar en sus nuevas generaciones, aprender de sus nuevos modos y soñar sus sueños.
Pensar en México, creer en México. No obstante las diatribas y las descalificaciones, las pretensiones de descarrilar a cualquier costo nuestro avance electoral, los priístas somos conscientes de que la resolución de los problemas del país requiere de franjas básicas de entendimiento entre todos los sectores de la sociedad; de estímulos para la cooperación y el crecimiento de los sectores productivos; de coordinación entre poderes y órdenes de gobierno; de aliento para la esperanza ciudadana. Tenemos estatura y calidad en nuestra valoración del quehacer público.
Porque nos importa el país, por eso hemos rechazado la polarización estéril que envenena la convivencia social. Por eso nunca nos hemos cerrado al diálogo y al debate sobre cualquier tema, con el derecho de sostener nuestras posiciones; pero en un país de más de 103 millones de habitantes, con un sofisticado sistema de gobierno, con fuerzas políticas, económicas y sociales tan diversas; la asertividad y madurez de quienes ostentan el poder público, de quienes tienen una representación, parecería indispensable. Que todos asuman su responsabilidad. Encarar la crisis que sacude al país demanda menor mezquindad y cortoplacismo, y mayor trascendencia y perspectiva”.
correo@beatrizparedes.org
Presidenta nacional
Presidenta nacional
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