jueves, 4 de noviembre de 2010

BORREGOS AL SACRIFICIO (I)

GUILLERMO BASURTO ORIGEL.


El asunto de la inseguridad, impunidad y costos colaterales en nuestro país, ha rebasado no solamente a las instituciones republicanas, garantes en nuestro pacto social, de la vida, patrimonio y familia de los ciudadanos, sino que ha expuesto a la sociedad plena, al borde de la ilegalidad, actuando ésta como acción de sobrevivencia, al margen también de la ley.

El día martes 21 de septiembre de 2010, la población del municipio de Ascensión, Chihuahua, explota desesperada por los continuos secuestros de sus habitantes, perpetrada por bandas de polleros, que asolan su ciudad. Capturan a dos secuestradores, los ejecutan y exigen la renuncia total de su policía municipal. Se rebelan en armas y ejercen su justicia. Se convierten en insurrectos y asesinos, según nuestra actual legislación. Casos como los de Ascensión Chihuahua, reverberan y se reproducen en todo el territorio nacional, en acciones materializadas o en simple animosidad social.

El Gobierno Federal desde la posguerra, ha eliminado cualquier intento de protección y participación social, ante eventos de esta naturaleza, e inclusive, para eventos de contingencias naturales. Políticas públicas que han desvirtuado por completo el espíritu y sentido del SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO; Políticas públicas que no se han atrevido a organizar las GUARDIAS NACIONALES consagradas en los artículos 31 (II), 35(IV), 36(II), constitucionales; Políticas públicas de desconfianza al ciudadano, que han encontrado su mejor expresión en la actual Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.

Hasta la década de los años 50”S, el Ejército Mexicano capacitaba al ciudadano en el uso y adiestramiento de armas, tácticas y estrategias militares, ejercicios de defensa personal e inclusive salvamento y sanidad. El ciudadano se convertía así, mediante esa verdadera capacitación militar, en un soldado “de reserva”. En la década de los años 60”S, con el surgimiento de los grupos guerrilleros en el país, el Servicio Militar Obligatorio, se convirtió en lo que hoy es, un mero trámite, donde si acaso, los enseñan a marcar el “paso redoblado”.

De las Guardias Nacionales, mejor ni hablamos. Murieron a los pocos años del Constituyente de 1917. En la historia nacional, se pueden aún encontrar referencias de tal organización social, en los años previos a la nacionalización petrolera de 1938, sobre todo en la Huasteca Veracruzana y Tamaulipeca, aunque más bien, eran cárteles de sicarios al servicio de las compañías petroleras, jamás controlados ni supervisados por el estado nacional.

La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, que inicia su campaña de despistolización en la década de los años 60”S donde se prohíbe al ciudadano, la posesión, comercialización, transporte y portación de armas de fuego, más allá de los “chinanpines”, aún para la defensa de su vida y la de su familia, evoluciona hasta la actual legislación, donde el ciudadano que sea descubierto en posesión de un arma “de uso exclusivo del ejército y fuerza armada” pagará con sus huesos en la cárcel, sin derecho a fianza.

Con estos antecedentes y realidades, no somos los ciudadanos más que borregos al matadero.

Con un gobierno (de los tres niveles) que no puede garantizar las más mínimas condiciones de seguridad para sus gobernados (Premisa 1).
Con un gobierno, entusiasta en aplicar la actual Ley de Armas de Fuego y Explosivos, decomisando, sancionando y hasta extorsionando, al ciudadano que ante la inseguridad prevaleciente, en contra de la ley, intente defender su vida, su patrimonio y su familia (Premisa 2).

Con un mercado negro, saturado con la complacencia del gobierno norteamericano y por la corrupción aduanera del gobierno mexicano, de AK-47; R-15; 3.57 Magnum; 9 mm; 0.45 mm; 5.56 mm; 7.62 mm; 12.7 mm; Granadas de Fragmentación; Explosivos RDX, T-4 y, Semtex (Premisa 3).

Con un gobierno, cuyos elementos de seguridad, disparan por la retaguardia al conductor y a su familia de un vehículo, que no supieron distinguir entre los uniformes de los buenos y de los malos, apostados en un sorpresivo retén (Premisa 4).

Bueno señor gobierno, si de todos modos nos van a sacar la zalea, no esquilme al borrego para que se proteja un poco del frio.

¡Usted nos desarma y los otros nos matan!