miércoles, 17 de febrero de 2010

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UNIDAD DEL PARTIDO O RIESGO ELECTORAL

Edgard González Suárez /16 DE FEBRERO DE 2010





Todo parece que las cosas empiezan a recomponerse dentro del PRI veracruzano, aunque no sin forcejeos y pataleos internos, y es que en el pasado Consejo Político Estatal el fantasma de la fractura, y no digo de la división por que la división ya existe entre los partidarios de Héctor Yunes y los partidarios de Javier Duarte, quedó por lo menos ahuyentado.

En toda organización política, la unidad del partido se da en torno de alianzas y coaliciones de intereses internos que puedan garantizar el triunfo electoral de esa organización. Esa es la clave.
Sin esta unidad, los triunfos se verían comprometidos, máxime que la batalla por la gubernatura que se avecina se antoja más radical, más sucia y más difícil que ninguna otra.
Hasta ahora, los partidarios de Javier Duarte han hecho sentir a todos que se deben plegar a los designios del Gobernador, que nadie tiene derecho a contravenir esta designación y el que no este a gusto pues que se vaya o es legitimo perseguirlos y sacarlos del partido. Condición más que entendible sobre todo de aquellos que se han agrupado a su alrededor y que ven la posibilidad de mantenerse y sostenerse en el poder y el gobierno estatal. Condición más que controvertible si se entiende que así no se genera la más mínima unidad.

Para los partidarios de Héctor Yunes es legítimo aspirar a un proceso equitativo y transparente, es legítimo querer ser candidato mediante un procedimiento mas abierto, con instrumentos diferentes y variados al exclusivo criterio y preferencias del Gobernador, no por el Gobernador, sino porque en el análisis que esta corriente hace, lo que ha preferido el gobernador no garantiza el triunfo electoral.

Así ha estado el partido los últimos meses, y la sensación en amplios grupos en todo el estado es que de seguir así, incluso después de la selección de candidatos a las presidencias municipales y a las diputaciones locales, se estaría más cerca de una derrota que de un triunfo, por la inconformidad, el desplazamiento soberbio de grupos y corrientes locales y por la falta de oficio y sensibilidad para incluir a todos detrás de los candidatos en cada región, en cada distrito y en cada municipio.
Por esto, la presumible llegada a la presidencia del Partido de Ranulfo Márquez, abre una ventana y permitiría la oxigenación del proceso en cada distrito electoral; Primero por que así la corriente ranulfista estará incluida en el proceso, corriente a la que también golpearon durísimo y quisieron excluir; Segundo porque llega para recomponer el ánimo y la sensación de la imposición, Tercero vendría a reequilibrar la representación y la correlación de fuerzas en todo el estado para enfrentar a la oposición, principalmente panista.
Todo esto, sin duda, también explica los pataleos, contradicciones y resistencias de Jorge Carvallo, el actual presidente del Partido y que más bien parecía un cancerbero del Gobernador y de su candidato y tenía como plan hacer candidatos a todos los amigos, parientes, novias, socios e incondicionales del naciente y balbuceante Duartismo.
Por eso digo que la fractura parece alejarse, la unidad política todavía está por verse.

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