Edgard González Suárez
23 de febrero de 2010
23 de febrero de 2010
Primero, que ha 24 horas de que inicie el registro de aspirantes del PRI al Gobierno Estatal, el priísmo veracruzano vive una disyuntiva que sería letal para la candidatura y para la elección misma.

El gobernador ha hecho todo lo posible por que su propuesta sea la única y sea indiscutible, y no lo ha logrado. Las aspiraciones hechas públicas por Héctor Yunes desde el año pasado crearon la sensación de que habría competencia y por lo tanto habría que abrir espacios de discusión y de generar las reglas pertinentes para evitar divisiones y fracturas. Desde el gobierno se calculó que la competencia era innecesaria y las reglas eran lo de menos. Otro aspirante, Ranulfo Márquez, eligió la estrategia de la argumentación y el convencimiento al Gobernador, hoy se encuentra en el limbo político.
Ni Héctor con el desafío, ni Marquez con la negociación pudieron avanzar. Habría candidato y este sería el del Gobernador. Así las cosas, se generó un sentimiento de imposición que no tiene contentos a nadie en el partido, y los beneficiarios de las instrucciones del Gobernador se han dedicado a repetir la dosis en todo el estado: no habrá competencia, las reglas son lo de menos y quien dice quien es candidato y quien no lo es, es el gobernador.
Esta política tiene en tensión a los más diversos grupos políticos en el estado, desde las Choapas hasta Panuco, los grupos políticos regionales dentro del partido luchan por obtener el favor del gobernador, otros luchan contra estas decisiones y el sentimiento de imposición se siente en todos los distritos electorales.

El Segundo factor, es que como resultado de esa dosis, el partido se ha dividido, por que hay quienes se pueden beneficiar de la continuidad de la fidelidad, y otros que continuarán o saldrán damnificados. Por lo tanto, hay grupos que están en espera de las definiciones en cada distrito para saber con que equipo van a jugar, y los que quieran repetir con la fidelidad lo harán y los que queden desplazados podrían intentar hacer perder a esa propuesta, que de inicio no deja contento a nadie. Es decir, ni Javier Duarte ni Fidel pueden asegurar la lealtad y el compromiso de los grupos si insisten en la dosis, lo que pone en perspectiva una relativa debilidad del candidato del PRI, en caso de no recomponer ese sentimiento de imposición generalizado.

Mas le hubiera valido a Fidel perder volados o perder la lotería, porque perder esta apuesta sería para él un desastre político.
Opiniones sobre Noticias de Veracruz de parte de un Jarocho incomodo.
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